La lectura del “Oráculo” de Gracián y el auxilio de la crítica

Enrique Vetterli Nuesch

La literatura de Baltasar Gracián, uno de los más ilustres aragoneses al lado de Goya, presenta en su lenguaje y contenido una combinación que la hacen un objeto curioso e instructivo, una combinación entre erudición y testimonio que posibilitan abordarla y comprenderla de diferentes ángulos. Por ejemplo en El Criticón, considerada por la crítica la principal obra del autor, se hace posible la asimilación del contenido relacionándolo a un testimonio de cómo se desarrollaban los hechos y qué se pasaba en el tiempo y la sociedad donde vivió el escritor, qué leyó el mismo y cuales sus influencias. Al mismo tiempo se pueden tomar las palabras para reflexionar sobre la existencia humana en el mundo y su relación en sociedad, sus conflictos y fallas. De las palabras del autor se extraen igualmente gran número de prudentes consejos y lecciones de ética y moral, que extienden su valor hasta los días actuales. Las obras de Gracián son de interés al estudioso de las letras y al lector común, que busca en un libro de literatura un medio de entretención, distracción, reflexión o adquisición de conocimiento.

Es verdad que el lenguaje de Gracián no es de la más fácil comprensión puesto que  su formación académica se desarrolló en la orden de los jesuitas, donde estudió variados asuntos y en ella se incluyen profundos conocimientos de las filosofías griega y latina, a cuyos autores y obras Gracián hace constantes alusiones y analogías en sus escritos. Además cabe recordar que en la literatura española el autor se encuentra incluido en el barroco, periodo en el que la forma y el contenido del arte rebalsaba complejidad y que además, temporalmente, se dio en el siglo XVII, cuando tenía el castellano ortografía y gramática considerablemente distintas de las de nuestros días. Sin embargo, generalmente las ediciones actuales de las obras del autor contienen prólogos, introducciones o ensayos  introductorios, que presentan su vida y obra y cuentan sobre su trayectoria en la hermandad Jesuita como estudioso y clérigo, así como notas que clarean y explican las palabras del autor y la relación de estas con otras obras de filosofía, literatura, religión y otros entre los tantos asuntos en los cuales Gracián era docto. En algunos casos los críticos que se encargan de prologar, comentar o introducir sus obras encuentran e indican en los escritos del autor el desarrollo de ideas que se habían expresado en otras obras de propiedad de él mismo, lo que hace necesario disponer de otros títulos del escritor al mismo tiempo.

La lectura de las obras del ilustre aragonés puede ser considerada un poco difícil pero no tanto gracias al la labor de los críticos que se dedican a estudiarlo, los gracianistas. Esta dificultad se puede justificar por la gran sabiduría que poseía el escritor, que se  demostraba claramente tanto en sus escritos de carácter profano [1] como en los de carácter religioso. Como ejemplos de los dos tenemos Agudeza y Arte de Ingenio (1642) y El comulgatorio (1655), la primera se trata de un compendio de discursos sobre poesía y oratoria [2] , y la segunda es una obra que, según el mismo Gracián, se escribió para que “acompañe siempre cuando vayas a comulgar, y tan manual que le pueda llevar cualquiera o en el seno o en la manga” [3] , es un libro portátil de consejos para uso religioso. En él se encuentran lecciones desarrolladas partiendo de pasajes bíblicos hechas para la reflexión sobre el acto de comulgar. En su lectura, ambos libros implican en un ejercicio de investigación en el que se hace necesario recurrir a otras obras para su entendimiento. El primero, por tratarse de una obra de análisis literaria, contiene gran número de poesías, muchas de ellas en latín, de diversos autores pertenecientes a diferentes épocas. Gracián compara  las poesías y explica, según sus criterios y citando a otros escritores y pensadores, cuál es su valor artístico. Los objetos de análisis son de autorías de variada fama de las que se pueden destacar a los conocidos Garcilaso y Góngora y al filósofo latino Marcial. El segundo libro por su carácter religioso trata un asunto más universal, el agradecimiento, y trae meditaciones divididas en cuatro puntos, que según el propio autor, están destinados a una función dentro de la reflexión sobre el acto de comulgar; el primero a la preparación, el segundo a la comunión, el tercero a sacar frutos y el cuarto al agradecimiento. Estas meditaciones se basan en pasajes bíblicos de los cuales Gracián extrae una lección para mostrarle al lector por comparación de situaciones que debe sentirse agradecido a Dios por estar en una posición privilegiada al poder ir a la misa y recibir la comunión.

A pesar de la  complejidad que rodea la lectura de las obras de Gracián hay entre ellas una que trata de asuntos universales y atemporales y que dispensa investigaciones para su comprensión, aunque hacerlas siempre conduce a resultados interesantes. Su título es Oráculo manual y Arte de prudencia (1647) y es un compendio de aforismos editado por don Vincencio Juan de Lastanosa [4] , el siempre colaborador, financiador y amigo de Gracián y su obra. El Oráculo condensa trescientos textos cortos desarrollados por el autor durante su vida, que visan alertar, orientar y ayudar al lector a vivir en la convivencia humana, en sociedad. Son consejos que Gracián propuso en el siglo XVII y que tienen su valor hasta los actuales tiempos. La lectura de ellos revela sutilmente el tipo de lector a quien estaban destinados; personas que ocupaban cargos importantes o tenían influencia y reconocimiento en su esfera social [5] . A pesar de su destinación a una elite, los aforismos del autor traen valores universales como moderación, cautela, honestidad y otros, que tuvieron igual importancia en el pasado como la tienen en los día presentes. De hecho la importancia de tales valores siempre fue difundida a través de los tiempos y por tanto la misma se presenta un tanto obvia, lo peculiar en el Oráculo no es la carga de valores o cuan aplicables estos son sino la forma con que el autor los trae en sus aforismos. Las palabras de Gracián reemplazan la obviedad de los consejos por la reflexión, dicen lo que parece evidente de una forma que implica en un ejercicio de comparación entre el sentido inmediato y el mensaje objetivo de lo propuesto y la creatividad y acierto de las mismas palabras del autor. Para ejemplificar, se puede tomar a cualquiera de los trescientos aforismos, interpretarlo y encontrarle el sentido más objetivo, aquí se tomará al número cuarenta y uno:

41. Nunca exagerar. Gran asunto de la atención no hablar por superlativos: ya por no exponerse a ofender la verdad, ya por no desdorar la cordura. Son las exageraciones prodigalidades de la estimación, y dan indicio de la cortedad del conocimiento y del gusto. Despierta vivamente a la curiosidad la alabanza, pica el deseo, y después, si no corresponde al valor al aprecio, como de ordinario acontece, revuelve la expectación contra el engaño, y despícase en el menosprecio de lo celebrado, y del que celebró. Anda pues el cuerdo muy detenido, y quiere más pecar de corto que de largo. Son raras las eminencias: témplese la estimación. El encarecer es ramo de mentir, y piérdese en ello el crédito de buen gusto, que es grande, y el de entendido, que es  mayor.

Se puede resumir la lección de este aforismo a ‘no elogies mucho ahora para no decepcionar más adelante’, pero tal frase es tan obvia que no causa sorpresa o espanto en relación a su acierto. Poniéndola frente a las palabras de Gracián es evidente lo cuan lejos se encuentra de su ingeniosidad, la que se manifiesta exactamente en la capacidad de discurrir sin redundancias sobre una lección que parece tan objetiva y sin necesidad de complementos y demostrarla de diferentes formas usando frases de gran erudición. En realidad, se trata del acierto en la selección de las palabras al que Gracián se refiere en sus discursos en Agudeza y arte ingenio y del cual él es poseedor.

El Oráculo además de recordar algunas premisas lógicas para la vida en sociedad lo hace de una forma muy instructiva y filosófica que puede ser aprovechada por lectores con variados objetivos en relación a la obra del aragonés. Dependiendo de la edición que se tenga en manos se pueden encontrar estudios introductorios, comentarios y aclaraciones a respecto de los aforismos, que auxilian en una posterior investigación sobre las menciones que hace el autor a otras obras y autores. En una edición traducida al portugués y publicada en Brasil [6] , el traductor adhiere sus comentarios en seguida de gran parte de los aforismos, al número ciento cincuenta y dos, por ejemplo, acompaña una nota en la que se relata cómo explica Arturo del Hoyo una poesía que hizo Marcial [7] de la que Gracián menciona a la personaje Fábula en su texto. Otra actitud interesante de este traductor [8] fue la comparación de algunos de los textos del Oráculo con pasajes de la filosofía védica, lo hace con el aforismo ciento ochenta y uno. En un estudio preliminar a una edición de las Obras completas [9] de Gracián, M. Batllori y C. Peralta dedican el capítulo XI al Oráculo. Además de relatar la trayectoria de la obra y cómo llegó a los días actuales (en la época,1969), los dos gracianistas proponen que ésta es una síntesis del pensamiento del jesuita y sugieren la aplicación a la misma de una sistematización de toda la obra literaria de Gracián puesta por Hellmut Jansen, en la que el pensamiento graciano es dividido en tres conceptos; personalidad, prudencia y filosofía, son éstos clasificados más concretamente por el mismo Jansen como conceptos de orden normativo, de orden táctico y de orden contemplativo [10] .  Puesto esto B. y P. utilizan la trifurcación de Jensen para proponer una descripción del aspecto normativo de las ideas de Gracián en la que ponen que es compuesto por los conceptos de “norma”, “persona” y “adornos”, donde el primero es referente a reglas de conducta, el segundo a la característica personal más esencial (integridad o la falta de ella), que define si la persona será de una gran personalidad o no, y el tercero a propiedades enaltecedoras del individuo (virtudes), como accesorios que si poseídos en número hacen  mejor al individuo. Al aspecto táctico le atribuyen como base la “prudencia” y le califican como arte vital, o sea arte de vivir, donde se engloban las virtudes necesarias para vivir y obtener éxito en el mundo y hacerlo sin el uso de artimañas, lo opuesto a las virtudes. Por fin al aspecto contemplativo se le confiere el resultado del pensamiento y la filosofía, la producción intelectual y definiciones hechas de los factores que componen el vivir en el mundo.

Disponiendo de este tipo de auxilio crítico de estudiosos y gracianistas se hace posible llevar a cabo ejercicios de comprensión que van más allá de la expectativa del lector en el acto de coger un libro de Gracián. Con una propuesta como la de Batllori y Peralta es posible llegar mucho más a fondo en los aforismos del Oráculo si se pretende una lectura un poco más cuidadosa. Si se sintetiza la idea de B. y P. a un enunciado simple que ponga como verdad el hecho de que se encuentra en cada aforismo al menos uno de los conceptos propuestos por Jensen y desarrollados por B. y P., se obtiene ahí una labor con el interesante objetivo de, por medio de la lectura, comparación y reflexión, hallar a el o los conceptos en las palabras del jesuita. Tomándose como ejemplo para análisis al aforismo sesenta y dos:

62Obrar con buenos instrumentos.Quieren algunos que campee el extremo de su sutileza en la ruindad de los instrumentos: peligrosa satisfación, merecedora de un fatal castigo. Nunca la bondad del ministro disminuyó la grandeza del patrón; antes toda la gloria de los aciertos recae después sobre la causa principal, así como, al contrario, el vituperio. La fama siempre va con los primeros . Nunca dice: – Aquel tuvo malos ministros- , sino: Aquél fue buen o mal artífice- .Haya, pues, elección; haya examen: que se les ha de fiar una imortalidad de reputación.

Se puede percibir que se da una orientación hacia alguien que dispone de instrumentos para ejercer sus acciones, son esos instrumentos algo como auxiliares o subalternos, o sea personas que cumplen órdenes. Es posible entonces concluir que quien dispone de esos instrumentos es alguien que ocupa una posición de alguna importancia, que no ejecuta acciones sino las ordena para que se cumplan, un ejemplo actual es un alcalde. Lo que propone Gracián es que una persona con un cargo de tal importancia, la que ordena las acciones, será siempre recordada como buena o mala en su función . Si el resultado de la acción ordenada es negativo, aún que la responsabilidad por la falla estea en la incapacidad del ejecutor (instrumento), este mal resultado será atribuido a quien ordena y no a quien ejecuta, la misma lógica se da en el caso de resultados positivos. O sea que la fama cae sobre “la causa” de la acción y así es de gran importancia usar de cautela al escoger los instrumentos para la ejecución de un acto. Aplicando a este aforismo la propuesta de Jensen, se llega a la conclusión de que está englobado en el concepto de orden táctica, luego, bajo la perspectiva de B. y P., está relacionado a la prudencia, al arte de vivir, pues en él se destaca la importancia de ser reconocido por buenas acciones, la importancia de la repercusión, de una reputación positiva; el éxito. Si se toma al aforismo ciento dos:

102. Estómago para grandes bocados de la fortuna.En el cuerpo de la prudencia no es la parte menos importante un gran buche: que de grandes partes se compone una gran capacidad. No se embaraza con las buenas dichas quien merece otras mayores; lo que es ahito en unos, es hambre en otros. Hay muchos que se les gasta cualquier muy importante manjar, por la cortedad de su natural, no acostumbrado, ni nacido para tan sublimes empleos; acédaseles el trato, y, con los humos que se levantan de la postiza honra, viene a desvanecérseles la cabeza; corren gran peligro en los lugares altos, y no caben en sí, porque no cabe en ellos la suerte. Muestre, pues, el varón grande que aún le quedan ensanches para cosas mayores, y huiga con especial cuidado de todo lo que puede dar indicio de angosto corazón.

Aplicando la perspectiva de B. y P., se encuentra en este aforismo una oposición de caracteres pertenecientes al orden normativo de Gracián propuesto por Jensen en la parte referente al concepto de persona; el “varón grande” pertenece a un grupo de nombres que Gracián usa para expresar positividad en el individuo, que tiene a otro grupo de nombres que son su contrario, usados para expresar la negatividad en el hombre [11] . La diferencia entre el “varón grande”,  que “aún le quedan ensanches para cosas mayores”, y los muchos que “no caben en sí, por que no cabe en ellos la suerte”, está en lo esencial del individuom, quien no tenga la grandeza en su persona no sabrá lidiar con la fortuna.

Para leer las obras del jesuita con más provecho todo está relacionado a la intensión que se tiene al tomar la actitud de coger un libro del autor. Es evidente que no siempre será posible entender comprender o analizar a Gracián con la ‘facilidad’ que se demostró anteriormente y ni todo lector poseerá el ímpetu investigativo que se propuso en estas pocas líneas. De hecho el Oráculo es singular en relación a los demás libros del autor en lo que dice respecto a la comprensión. Como ya se mencionó, ésta puede depender de la edición que se tenga en manos. El Criticón es una historia fascinante pero es muy difícil entender con plenitud las palabras del autor sin una gran carga de estudios en filosofía y teoría literaria, lo que hace extremamente necesario el acompañamiento de notas hechas por un buen crítico que sí tenga la carga de estudios que la gran parte de los lectores actualmente, incluso del medio académico, de veras no tienen. Por tal motivo también se hace necesario aprovechar más los prólogos y estudios introductorios que puedan haber en la edición y no ignorarlos como si tuvieran la única función de dar más volumen físico al libro. El Oráculo se hace afable en relación a su contenido porque son puestos variados asuntos de una forma breve que permite lecturas de diferentes profundidades, desde la investigación y análisis comparativa, con el cruce de datos y estudios críticos, hasta una lectura simple en busca de consejos, cabe al lector darle rumbo a su pasaje por las ideas del jesuita. En realidad, Gracián y su intelecto pueden atender a todos los que le busquen.

Bibliografía:

GRACIÁN, Baltasar. Agudeza y arte de ingenio. Edición, introducción y notas de Evaristo Correa Calderón. Madrid: Castalia, 1969. 540p. 2 tomos.

GRACIÁN, Baltasar. El Criticón. Introducción, edición y notas de Antonio Prieto. Córcega: Planeta, 1985. 630p.

GRACIÁN, Baltasar. El Comulgatorio. Edición, introducción y notas de Evaristo Correa Calderón. Madrid: Espasa-Calpe, 1977. 198p.

GRACIÁN, Baltasar. Oráculo manual e arte da prudência. Tradução, comentarios e notas de Morus. São Paulo: Ahimsa, 1984. 191p.

GRACIÁN, Baltasar. Obras completas. Edición y estudio preliminar de Miguel Batllori y Ceferino Peralta. I, El Héroe- El Político- El Discreto- Oráculo manual.  in Biblioteca de autores españoles, desde la formación del lenguaje hasta nuestro días (continuación),  Tomo CCXXIX. Madrid: Atlas, 1969. 448p.

CALDERÓN, E. Correa. Baltasar Gracián su vida y su obra. 2a edición aumentada. Madrid: Gredos, 1970. 426p.

 

[1] Como se sabe, Gracián tuvo que publicar toda su obra, excepto El comulgatorio, sin el permiso de la orden de los jesuitas. Por tal motivo se nombra de carácter ‘profano’ a sus obras sin la aprobación de la dicha orden.

[2] Según Evaristo Correa Calderón “simplemente un tratado del arte poético y oratorio”, en su introducción en Agudeza y Arte de Ingenio. Edición, introducción y notas de Evaristo Correa Calderón, tomo I, Castalia: Madrid, 1969.

[3] En la parte dedicada <<al letor>>, de El comulgatorio.

[4] 1) Don Vincencio Juan de Lastanosa fue gran amigo y patrocinó las primeras publicaciones de Gracián y el trabajo de muchos otros intelectuales y artistas de su época, era un verdadero mecenas. Poseedor de gran riqueza, tenía en su palacio una enorme biblioteca con textos de los más  variados en lengua, asunto y época, donde Gracián adquirió mucho conocimiento, además de un museo de artes y antigüedades en que hubieron de las más valiosas obras (Caravaggio, por ejemplo), laboratorios de ciencias y un enorme jardín muy famoso por su belleza y extensión  y el hecho de que era cuidado por ocho jardineros. En CALDERÓN, E. Correa. Baltasar Gracián su vida y su obra. 2a edición aumentada. Madrid: Gredos, 1970.
2) Según M. Batllori y C. Peralta el Oráculo va más allá de una compilación de aforismos hecha por Lastanosa, como comúnmente se difunde. Los autores ponen que de los trescientos aforismos solamente setenta y dos son procedentes de anteriores obras de Gracián y que los otros doscientos veintiocho son originalmente compuestos por el jesuita para el Oráculo, lo que hace de este no un compendio sino una nueva obra. En GRACIÁN, Baltasar. Obras completas. Edición y estudio preliminar de Miguel Batllori y Ceferino Peralta. I, El Héroe- El Político- El Discreto- Oráculo manual.  in Biblioteca de autores españoles, desde la formación del lenguaje hasta nuestro días (continuación),  Tomo CCXXIX. Madrid, Atlas, 1969.

[5] Según Morus en su prefacio en Oráculo manual e arte da prudência. Tradução, comentários e notas de Morus. São Paulo: Ahimsa, 1984.

[6] GRACIÁN, Baltasar. Oráculo manual e arte da prudência, Tradução, comentários e notas de Morus1984,  Ahimsa, São Paulo.

[7] Poeta latino que vivió del año 42 al 102, muy considerado por Gracián.

[8] El único dato que se tiene sobre su identidad es el nombre Morus. La publicadora y editora del libro tiene  por nombre Ahimsa, que es una palabra del sánscrito que significa ‘no – violencia’. En la contratapa de esta edición traducida del Oráculo se encuentra un mensaje donde se dice que << A Ahimsa editora se propõe a  publicar livros práticos e esotéricos que contribuam para diminuir a violência no mundo>>, de donde se puede concluir que las menciones a la filosofía védica hechas por el traductor son por el motivo de un posible vínculo entre la ideología hindú, la editorial y el traductor.

[9] GRACIÁN, Baltasar. Obras completas. Edición y estudio preliminar de Miguel Batllori y Ceferino Peralta. I, El Héroe- El Político- El Discreto- Oráculo manual.  in Biblioteca de autores españoles, desde la formación del lenguaje hasta nuestro días (continuación),  Tomo CCXXIX. Madrid, Atlas, 1969. p. 134 –135.

[10] Sobre la cita a la clasificación de Jensen, los autores ponen en nota : JANSEN, Helmut, Die Grundbegriffe des Baltasar Gracián, Genève/Paris, (= Kölner Romantische Arbeiten, N. F., 9) p. VII– IX .

[11] Figuran al lado de “varón grande” otros como “hombre”, “héroe”, “sabio”, y en el grupo que representa su contrario están “personeta”, “personilla”, “hombrecillo”, “medio hombre”, entre otros. En GRACIÁN, Baltasar. Obras completas. Edición y estudio preliminar de Miguel Batllori y Ceferino Peralta. I,El Héroe- El Político- El Discreto- Oráculo manual.  in Biblioteca de autores españoles, desde la formación del lenguaje hasta nuestro días (continuación),  Tomo CCXXIX. Madrid, Atlas, 1969. p. 134 –135